Del libro físico al libro digital
Para los auténticos lectores es todo un placer disfrutar de las sensaciones de la lectura, bien sea para ampliar conocimientos o para, además, entretenernos.
Cuando nos acercamos a la librería o a la biblioteca para elegir un ejemplar lo hacemos en función de la utilidad que vayamos a darle. Por ejemplo, si quiero leer un cuento o una novela, no me importará escoger una edición de bolsillo, es más, quizá sea esa la que elija para llevar el libro cómodamente y disponer de él en cualquier momento y lugar. Pero, si quiero profundizar en una obra de creación, elegiré una edición crítica, por lo general, discriminaré incluso de qué especialista la quiero.
Y esto sólo como punto de partida porque, a partir de aquí, las posibilidades son múltiples: si prefiero un tipo de papel a otro por ser más agradable al tacto, si prefiero letra grande porque sufro de vista cansada, si me gustan los libros con tapas duras porque son más resistentes,… Y toda esta elección la hacemos de una forma casi intuitiva. Finalmente, cuando tenemos el ejemplar en la mano, sabemos que ése es el que buscábamos. Nuestra elección es el resultado de todo ese análisis casi inconsciente.
Actualmente, la cantidad de libros y documentos varios que circulan por la red es ingente. No obstante, sabemos que el libro digital jamás podrá sustituir al libro físico, y no sólo es una cuestión de que el libro digital no transmita sensaciones agradables porque no lo tocamos, no lo olemos, no vemos su volumen en conjunto… o porque estemos obligados a visualizarlo a través de un ordenador, condicionándonos la postura o situación en la que lo leemos. Hay algo más que, en cierto modo, nos incomoda… Ese algo quizá sea la poca capacidad de elección que, como lectores, nos dejan, sobre todo en lo que al formato se refiere. ¿Cuántas veces han tecleado el título de un artículo en un buscador, lo han encontrado y luego no han podido visualizarlo por el peso de los archivos PDF? ¿Cuántas veces se han encontrado leyendo un texto interesantísimo y, de repente, hay un corte en la paginación porque de lo que se trata es de solicitar la compra del ejemplar? El proceso comunicativo básico (emisor-receptor), cuando estamos en línea, se complica enormemente en función de agentes que interfieren movidos por intereses dispares; el peligro está en que llegue a romperse dicho proceso, quedando sólo la difusión.
La gran cantidad de libros digitales que hay en la red, sin duda, constituye un gran avance en cuanto a difusión, pero si realmente queremos que esa «puesta en digital» sea eficaz, se hace imprescindible un análisis previo del interés de los usuarios para acercarse a él. El resultado de este análisis determinará qué formato de publicación es el más adecuado. A modo de ejemplo:
- Si de lo que se trata es de preservar el original y de ser fieles al documento, lo más adecuado es presentarlo con una imagen en color.
- Si lo que se quiere es hacer búsquedas, el modo de presentación es en un PDF con OCR.
- Si lo que busco es un acceso rápido al documento y que me dé la posibilidad de aplicar distintas herramientas lingüísticas, necesito un formato accesible como HTML, preferiblemente generado desde un XML.
Y así, podríamos continuar, pensando en las funcionalidades y sopesando la conveniencia de considerar algunos matices como el peso, la legibilidad, etc.
En el Taller Digital, encontrará el asesoramiento necesario para pasar su documentación física a digital de una manera efectiva porque, gracias a nuestra experiencia trabajando con archivos y bibliotecas digitales, primero recabamos información, luego la ordenamos y finalmente la analizamos para orientar sobre las posibilidades y prestaciones según se decanten por un formato u otro. Los resultados son óptimos cuando las expectativas se cumplen.
Julia Bernal Ferriz
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